domingo, 3 de junio de 2007

Que la realidad no te estropee una buena noticia

¿Qué es lo que hace que una noticia sea buena: la información o el estilo? Se nos dice que debemos ser fieles a la verdad, pero que también llamar la atención del lector, engancharle hasta que no termine de leer nuestro artículo o noticia.

Hoy en día, la inmediatez, la primicia de una noticia, etc. hace que, a menudo, se atente contra el pilar que sustenta el periodismo: la verdad.

Como servicio público a los ciudadanos, no debemos olvidar que los principios de la información son la verificación de todas las fuentes y datos, y el trabajar desde la honestidad. Sin embargo, la accesibilidad a la información que Internet pone a nuestra disposición ha provocado que no sea necesario ir al lugar de los hechos, aunque el origen de nuestra información se encuentre a cientos de kilómetros, para escribir.

No obstante, el dicho “que la realidad no te estropee una buena noticia” no comenzó con Internet. En 1998, cuando los medios digitales no disfrutaban de la credibilidad con la que cuentan ahora y el papel resultaba ser el soporte más creíble, The New Republic, ejemplo de rigurosidad y buen periodismo, así como la lectura del presidente de EEUU cuando viajaba en avión, cayó víctima de su periodista más notable, el que contaba con las noticias más interesantes, más divertidas y atractivas, fue “pillado” mintiendo por la revista digital Forbes.

En lo que fue un David contra Goliat, Forbes alertó al redactor jefe de The New Republic, Charles Lane, sobre la no verificación de los datos que Stephen Glass había escrito en su artículo “El paraíso del Hacker”. Glass no vio otra solución que la de continuar con sus mentiras, creó una página web, mandó mails que se les suponían a los protagonistas de sus reportajes e, incluso, involucró a su hermano haciéndole pasar por un alto ejecutivo de una empresa imaginaria.

El sistema de verificación de The New Republic quedó en entredicho pues sólo verificaban los artículos comprobando las notas del periodsita. Poco hubiera tardado en ver la mentira de Glass si hubiera entrado en Internet en busca de la empresa ficticia o si la revista publicase imágenes de los acontecimientos.

Al final, se demostró que Glass se había inventado 27 de los 40 artículos que había escrito. ¿Quién hubiera dicho que el joven que despuntaba en la revista y cuyos reportajes eran de los más interesantes estaba mintiendo?

Como Glass afirmaba, el periodismo es el arte de captar el comportamiento. Sin embargo, se olvido de un factor esencial: la realidad. Al menos la experiencia le sirvió para escribir una novela sobre los hechos, esta vez contando la verdad, llamada The Fabulist, que en el 2003 se llevó a la gran pantalla con el título Shattered Glass.



Trailer de la película Shattered Glass (El precio de la verdad)


El problema, a diferencia de lo que algunos creen, no se encuentra en el soporte, sino en los periodistas, que deben ser y demostrar su profesionalidad. The New York Times, uno de los periódicos más prestigiosos de EEUU, fue “víctima” de la irresponsabilidad y de las mentiras de uno de sus periodistas, Jayson Blair, quien plagió e inventó más de 35 artículos en el tiempo que estuvo en el periódico. Mentirosos, por tanto, hay en el papel y en la red y es contra ellos con los que hay que luchar.

Ya lo dijo Gabriel García Márquez, “quien cede a la tentación y miente, aunque sea sobre el color de los ojos, pierde". Porque como afirmó Charles Lane, editor de la mencionada The New Republic, “for the press, truth is, or should be, an absolute value”.




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